MI LUCHA DIARIA.
La Noche se cuela por la ventana, aunque yo me empeñe en derrotarla con la luz de la mesita de noche enfocando la pantalla.
Detrás, en mi nuca, siento ese escalofrío que se percibe cuando alguién clava sus ojos en tu persona, como cuando vas en el metro o en el autobús y tienes la sensación de que alguien te mira... pero yo se que es ella, que no entiende que hago yo, a esas horas, sus horas, sentada en mi silla, tecleando como si tal cosa.
Y, esque, la Noche tiene un algo de caprichosa, no le gusta que la ignoren y utiliza toda su persuasión para hacerse notar, y si no lo consigue, y sigues ajena a sus requerimientos, se alía con la Mañana y es entonces cuando, al sonar el despertador, eres consciente de aquella oscuridad que rechazaste durante horas.
De hoy no pasa, esto no puede seguir asi, se que tengo que tomar una determinación... pienso destrozar mi despertador y esperaré, en los brazos de Morfeo hasta que la Mañana, vil, cobarde y sin caracter, pase por delante de mis párpados cerrados y deje su puesto a la Tarde, mucho más comprensiva y agradable, que despeja mis sentidos y asi me prepara, nuevamente, para ignorar todo lo que pueda a la antojadiza y vengativa Noche.